Estoy a favor del #manifiesto pero con matices.

Cuando abrí este blog meses atrás, jamás pensé que tendría que escribir una entrada relacionada con temas digamos “políticos”. Rompí esa norma el pasado marte cuando replique integro el famoso #manifiesto.

El motivo es irrefutable; la Ley de Economía Sostenible del Gobierno abría la puerta al cierre, sin orden judicial, de páginas web con enlaces a contenidos protegidos por derechos de autor; y eso es exactamente igual a permitir que salga una ley que permita el cierre de un periódico o emisora de radio sin orden judicial. Se llama censura y es inadmisible en un estado de derecho. Los derechos de autor no pueden situarse por encima de los fundamentales que nuestra Constitución nos faculta como el de la privacidad, la presunción de inocencia, la libertad de expresión etc.

La iniciativa gubernamental, por definirlo de forma suave, supone una clara metedura de pata en beneficio del lobby de artistas/discográficas y un claro intento de retroceso de los derechos fundamentales que nuestra Constitución nos otorga. Algo así debiera de suponer la destitución, aunque sea en forma de dimisión, de los responsables políticos de semejante disparate

Esto no es óbice para criticar alguna de las opiniones (a favor y en contra) que he leído a raíz del manifiesto:

  • Según algunos el modelo discográfico debería de cambiar. Puedo estar de acuerdo, pero eso no autoriza a nadie a hacer negocio en páginas P2P con la obra de un artista que ha cedido “voluntariamente” los derechos de comercialización” a un productor o discográfica.
  • Los discos nos parecen caros. También estoy de acuerdo, pero también me parecen caros los coches y no por eso robo uno de un concesionario para utilizarlo y disfrutarlo sin pagar nada a cambio.
  • En 5 años la música se acabó (nos morimos de hambre). Mentira; los datos lo confirman, en los últimos años los ingresos de la discográficas han disminuido con la misma fuerza que han aumentado los de los artistas.
  • ¿Merma la calidad? Según algunos las condiciones de grabación se empobrecen y proceso de grabación se está amateurizando. Bienvenida sea esa frescura y vuelta a lo auténtico. Prefiero eso a escándalos de la industria como Milli Vanilli que no cantaban ni debajo de la ducha; operación triunfo y un sinfín de mediocridades con las que las discográficas y emisoras de radio nos deleitan.
  • La música es cultura. Mentira, la música era un gran negocio. Y digo era porque es innegable que el P2P elimina intermediarios y obligará lo quieran o no a un cambio en su modelo productivo.
  • Ese cambio de modelo productivo duele y mucho a artituchos, que viven a todo trapo de camino entre Madrid y Miami, algunos viviendo de los éxitos de las canciones compuestas por su hermano fallecido o de su apellido.

En definitiva, estoy a favor del #manifiesto porque estoy a favor del estado de derecho, pero critico que bajo el mismo se ampare el todo gratis. La afición desarrollada por la gente en Internet a no pagar por lo que puede tomar gratis, es una amenaza cierta para la música, el cine y la literatura a medio plazo hasta que cambien su modelo de negocio. Pero se pongan como se pongan determinados artistas y las discográficas, Internet ha cambiado el negocio de la música, exhibición cinematográfica y cambiará también el literario.

En la música, como por ejemplo en el campo, un producto que al consumidor final le vale 20€ el origen vale 2€. Los 18€ restantes se van en un sinfín de intermediarios, presentantes y gente que no aporta ningún valor añadido salvo controlar la redes de distribución; mangoneando y lucrándose a costa del esfuerzo y creatividad de otros. Un modelo muy lucrativo para ellos sin duda que quieren alargar como sea. En la música como en otro muchos sectores sobran mucho intermediarios, que solamente encarece el producto final.

En otras palabras, 1 millón de discos = 2.000.000€ a distribuir entre los músicos, productores, compositor, etc. 18.000.000 para discográfica y demás “intermediarios”. En el nuevo panorama de descargas digitales legales son los propios músicos los que se editan a sí mismos, se promocionan y ganan sus dinero a través de la venta directa de sus canciones a través de descargas online y de las giras promocionales. Sus agentes de marketing son ellos mismos y los propios fans, que publican reseñas y distribuyen sus canciones. Ganancia final para el músico... 1 millón de canciones = 2.000.000€

Quien es el pirata entonces; hablemos claro LO QUE AQUÍ SUBYACE ES UN CAMBIO DE MODELO DE NEGOCIO SIN INTERMEDIARIOS que a los beneficiarios actuales no gusta. Las naranjas ya se venden online (http://www.naranjasecologicas.com) y la música quieran o no quieran las discográficas, los intermediarios, las emisoras de radio adscritas al sistema y los artituchos, que viven a todo trapo de camino entre Madrid y Miami, algunos viviendo de los éxitos de las canciones compuestas por su hermano fallecido o de su apellido TAMBIÉN. Losiento tendrán que ponerse a trabajar en vez de vivir, y muy bien, de la creatividad de otros.


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