Llevaba tiempo sin poder escribir, la verdad es que ha sido un final de año estresante y sinceramente he acabado cansado. Escribo la casi con seguridad última entrada del 2009 un año muy difícil para todos, en el cual la economía española se ha desmoronado ante la impotencia de la clase política y empresarial y el estupor e incredulidad de muchos; ¿pero España no iba bien?
Sin querer parecer un profeta, ni un gurú, lo que ha pasado no me ha pillado de sorpresa. He tenido la suerte de trabajar en grandes proyectos de IT para algunas de las empresas más importantes de este país, y lo que veía no me gustaba. Pensaba que si los buques insignia tenían esos problemas con sus proyectos de TIC, y sus sistemas de información, algo no funcionaba en este país.
Quien simplemente eche la culpa de lo que está pasando al actual gobierno, se está equivocando. Quien piense que un cambio de gobierno va a cambiar las cosas se está equivocando. Ningún otro país europeo ha sufrido con tanta severidad la crisis económica del último año. La muestra más clara es que la tasa de paro en España ha alcanzado el 19%, la segunda más alta de la UE después de Letonia; en todo esto, pienso yo, hay mucho más a analizar y nos estamos equivocando de nuevo al no mirarnos el ombligo “todos”.
Como bien decía The Economist España necesita un profundo cambio estructural; somos un país que se emborrachó a base de ladrillos y cemento antes de explotar la burbuja inmobiliaria en 2007; y nos pilló la recesión mundial en una posición muy debilitada.
Mientras algunos aluden al ineficaz mercado laboral; buscando la socorrida formula del despido libre y la mano de obra cualificada muy barata (unos de nuestros éxitos en la UE hasta la entrada de socios con mano de obra más barata) es decir un remiendo rápido muy al estilo español de chapuza rápida, nos olvidamos de datos como que en España en algunas compañías un directivo gana 63,3 veces más que la media de la plantilla o que los directivos españoles perciben el séptimo salario neto más alto de Europa.
Quizás esa clase directiva, tan bien remunerada, más que los empresarios, tenga parte de culpa de lo que está pasando. Esa clase directiva, que como comentaba en post anteriores, solo en un 13%, piensa que sería necesario invertir más en tecnología para incrementar la eficacia de su empresa (se me ponen los pelos de punta solo de pensarlo). A lo mejor a esa clase directiva sería recomendable recordarle que la efectividad es la capacidad de desarrollar las actividades propias de la empresa. En cambio, eficiencia es la capacidad de lograr el efecto en cuestión con el mínimo de recursos posibles viables. Y en eso la tecnología y las TIC tienen y mucho que ver.
En la mayor parte de las economías desarrolladas el principal cambio de paradigma en los sistemas empresariales en los últimos años, ha sido el tránsito de la efectividad a la eficiencia. En España nos hemos contentado con una mano de obra eficaz (a costa de muchas horas de trabajo) y barata como pilar de nuestro éxito económico.
A modo de ejemplo estúpido, para que todo el mudo lo entienda, podríamos decir que mientras en el resto del mundo para levantar una acera se utiliza un martillo neumático, en España cogeríamos un ejército de ingenieros (subcontratados a una ETT) equipándoles con un martillo y cincel. Para asegurarnos el éxito contrataríamos a un súper capataz con coche de empresa, portátil y blackberry (que no sea por falta de una mal entendida tecnología).
En las economías desarrolladas del siglo XXI, “No basta con hacer las cosas correctamente (eficiencia), hay que hacer las cosas correctas (eficacia)...”. Menguzzato, especialista española, en su libro sobre Dirección Estratégica expresa: “...la experiencia demuestra que el éxito y supervivencia a largo plazo de la empresa depende más de los progresos en su eficacia que en su eficiencia...”.
Centrarnos en la eficiencia puede conducirnos a “bajar costos a cualquier precio”; por eso se habla de reformas en el mercado laboral. Trabajar por la eficacia es más difícil, hay que pensar en lo que sucede afuera, en cómo generar valor para los clientes, en cómo hacer nuestros procesos de trabajo más eficaces y además hay que invertir en talento humano. En España nos gusta lo fácil y a corto plazo.
Que sólo un 13% de los directivos españoles piense que sería necesario invertir más en tecnología para incrementar la eficacia de su empresa indica que vamos mal, muy mal. La culpa no solo la tiene el ladrillo, los políticos etc. Los españoles tenemos que acostúmbranos de una vez por todas, a no focalizar todos nuestros problemas en los gobiernos de turno, esperando que Papa Estado nos solucione la papeleta, quizás “todos” estemos haciendo algo mal.
El irracional freno al cambio de tecnología; hasta ahora nos ha funcionado bien por qué vamos a cambiar, eso es para empresas más grandes y demás argumentos “inteligentes” están a la orden del día. Os sorprenderías de lo que intentan gestionar con “el cancerígeno Excel”, lo que tardan las compañías en acceder a sus KPIs, como se realizan esos informes sobre estados, tendencias y evolución de sus principales métricas.
España, pusiste un ordenador en cada mesa y pensaste que con la hoja de cálculo, el programa de contabilidad y el email tenías garantizada la eficacia y la competitividad. Que caro estamos pagando esa osadía.
Image source: http://www.sagecrmsolutions.com
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