Viajar en avión antes de los años 90 era prácticamente inaccesible para muchas personas, pero la llegada de las 'low cost' con tarifas que suponían una rebaja de entre el 86% y el 95% lo cambió todo.
Cuando los billetes comenzaron a ser vendidos on line, parecía una revolución. Se eliminaron los intermediarios. Ahora podías explorar todas las opciones por ti mismo y hasta seguir la evolución de los precios. Las reservas en línea, además, forzaron a las aerolíneas a ser más competitivas. Al hacer los precios visibles, los clientes podían tomar decisiones basadas en el coste y no en lo que la agencia de viajes considerara el mejor vuelo.
Permitir a las personas tomar sus propias decisiones es, en muchos sentidos, un avance significativo, pero en el caso de los billetes de avión vino con un grave inconveniente. El enfoque en los precios bajos de los billetes ha hecho que las aerolíneas sean menos competitivas en todos los demás aspectos del transporte aéreo. En lugar de esforzarse por brindar una experiencia de alta calidad, las aerolíneas han seguido la vía de recortar la comodidad de los pasajeros.
Han reducido el espacio entre asientos para acomodar a más pasajeros en un solo vuelo, han sido menos estrictas en cuanto a la puntualidad, lo que ha causado más retrasos, y han introducido un complicado sistema de pagos adicionales por servicios que solían estar incluidos en el precio del billete que solo ha potenciado un turismo de masas insostenible.
El turismo de masas
El turismo masivo se ha convertido en la mayor amenaza para la sostenibilidad, el bienestar e incluso la convivencia en las ciudades europeas que reciben la mayor cantidad de visitantes.
Con un aumento en las estancias que en muchos casos duplica e incluso triplica el número de hace apenas una década, las principales ciudades turísticas europeas como Venecia, Ámsterdam, Praga, Palma, Barcelona, Lisboa o Dubrovnik han superado su capacidad de carga turística desde hace tiempo y están al borde del colapso.
El turismo de masas, en su búsqueda de nuevas experiencias y destinos, ha demostrado ser un fenómeno de doble filo. A primera vista, puede parecer un catalizador económico y una fuente de ingresos para muchas comunidades locales. Sin embargo, al observar con mayor profundidad, es evidente que el impacto de este tipo de turismo puede ser abrumador y tener consecuencias negativas de largo alcance. Esta forma de turismo puede transformarse en un río desbordado que provoca impactos negativos sobre el entorno local de un destino. El éxodo de la población local es uno de los primeros y más preocupantes efectos de este fenómeno. Las comunidades autóctonas a menudo se ven forzadas a abandonar sus hogares debido al aumento en los costos de vida y la falta de viviendas asequibles. Los alquileres se disparan, ya que muchos propietarios optan por destinar sus propiedades al alquiler turístico, dejando a los locales sin opciones habitacionales accesibles.
El auge del turismo de masas también está relacionado con el incremento en los niveles de ruido y la congestión de los servicios públicos. Las calles que antes eran tranquilas y apacibles pueden convertirse en bulliciosos corredores repletos de turistas. La infraestructura local a menudo no está preparada para lidiar con la afluencia masiva de visitantes, lo que puede dar lugar a problemas como la acumulación de basura, la saturación del transporte público y la falta de recursos para mantener la calidad de vida que los residentes locales merecen.
Además, la proliferación del turismo de masas puede llevar al cierre de comercios tradicionales que han sido el corazón de las comunidades locales durante años. Los comercios familiares y las pequeñas empresas suelen ser desplazados por cadenas internacionales y negocios orientados exclusivamente al turismo. Esta transformación puede no solo cambiar la fisonomía del destino, sino también empobrecer la diversidad cultural y la autenticidad que una vez atrajo a los turistas.
Impacto en el calentamiento global
Adicionalmente, es importante tener en cuenta que la aviación, como modo de transporte, tiene uno de los mayores impactos climáticos en comparación con otras opciones. Este impacto se relaciona directamente con las emisiones de dióxido de carbono (CO₂) que se generan durante los vuelos. A medida que los aviones recorren distancias, liberan significativamente más CO₂ en comparación con otros medios de transporte.
Un dato alarmante resalta este hecho: por cada 1000 kilómetros recorridos por pasajero, un vuelo en avión genera aproximadamente 25 veces más CO₂ que un viaje equivalente en tren.
La llegada de las compañías "low cost" y su modelo de servicio barato y masivo ha tenido un impacto significativo en la industria de la aviación y en el turismo en general. Aunque estas aerolíneas han democratizado en cierta medida el acceso a los viajes aéreos al ofrecer tarifas más económicas, su impacto en otras facetas de nuestro entorno ha sido muy negativo.
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